Aparte de la explosión del transbordador Challenger, el ejemplo más notorio de "pensamiendo de grupo"
fue el fiasco de la Bahía de Cochinos.
En 1961, el aquel entonces presidente de los EE.UU, John F. Kennedy, junto con su equipo de asesores, concluyeron
— por alguna razón —
que sería buena idea invadir secretamente a Cuba y derrocar a Fidel Castro.
Fracasaron.
Es más, lograron empeorar todo: La invasión condujo a Crisis de los misiles en Cuba, en 1962.
Lo más cercano que el mundo ha estado a una guerra nuclear mundial.
Sí... JFK realmente metió la pata.
Pero habiendo aprendido algunas lecciones muy duras del fiasco de la Bahía de Cochinos,
JFK reorganizó a su equipo para evitar "pensamiento de grupo" (groupthink).
Entre algunas cosas, él:
1) motivó a las personas a expresar sus opiniones libremente,
disminuyendo el "umbral de contagio" de ideas alternativas.
Y
2) separó a su equipo en grupos más pequeños,
¡dandole una estructura similar a una "red de mundo pequeño"!
Así, este arreglo permitió una sana diversidad de opiniones — una sabiduría de masas.
Y de esa manera, los mismos
individuos que provocaron el fiasco de la Bahía de Cochinos,
pero reorganizados
colectivamente para dialogar sobre la Crisis de los misiles en Cuba...
lograron llegar a un acuerdo pacífico con el lider soviético Nikita Khrushchev.
Los soviéticos retirarían sus misiles de Cuba, y a cambio,
los EE.UU. prometerían no invadir a Cuba de nuevo
(también prometieron, en secreto, retirar sus misiles de Turquía).
Esa es solo otra historia de cómo casi se extingue toda la humanidad.
¡Pero una red de mundo pequeño salvó el día! Más o menos.
Puedes leer más sobre esto
en el Harvard Business Review (en inglés),
o en
el artículo original sobre pensamiento de grupo (en inglés).